Un sistema sanitario caótico, una tendencia de los pacientes a consultar a los médicos demasiado tarde y una extrema pobreza impulsada por la crisis han causado que Rumanía siga ostentando el dudoso honor de encabezar la lista con más casos de tuberculosis de la Unión Europea.
Pese a que se han reducido considerablemente el número de enfermos con tuberculosis por año, pasando de los 25.000 en 2008 a los 20.000 en 2011, la cifra de muertes por esta enfermedad por año se mantiene en los 1.300, según la Organización Mundial de la Salud.
Esto se debe a que Bucarest sigue sin "estimular al paciente para continuar con el tratamiento adecuado por su paupérrima situación económica y su mediocre salud por sobrevivir en condiciones deplorables", explica la doctora Gilda Popescu, coordinadora del Plan Nacional de Lucha contra la Tuberculosis en Rumanía.
"Muchos enfermos abandonan el tratamiento por lo que desarrollan una tuberculosis multirresistente que requiere un seguimiento de dos años, un periodo imposible de cumplir sin ayuda adicional de alimentos y transporte", asegura Popescu, que subraya que el gran reto pasa por curar a estos enfermos, que rozan los mil por año.
"El tratamiento significa cinco medicamentos, 18 pastillas durante dos años con graves efectos secundarios como paranoia y pérdida de peso", revela Cosmin, un paciente que sufre la peor variante de tuberculosis.
Las autoridades contabilizaron unos 300 casos de tuberculosis multirresistentes a los fármacos en 2009, muchos menos que los diagnosticados actualmente -830 en 2011-, y siguen aumentando ya que se realizan más pruebas, aunque estos esfuerzos son insuficientes.
"Se tarda tres meses para detectar a un enfermo de tuberculosis cuando en otros países se hace en días", lamenta Popescu, que añade que los hospitales carecen de fármacos correcto