Los extranjeros consideran a Rumania como un país fascinante y paradójico: se trata de un lugar donde se dice todo el tiempo que no se puede hacer nada pero, al mismo tiempo, todo es posible si se trabaja con las personas adecuadas.
Jansen Boelens conoce bien esta premisa. Abandonó Holanda para explorar terrenos de cultivos en la República Checa y Hungría, entre otros. Sin embargo, se decantó en 2005 por Rumania, donde se apresuró a alquilar unas 20 hectáreas; en su primera recolecta: 7.000 kilos de trigo por hectárea, lo que nunca se había visto en tierras rumanas, pese a que al país se le denominara el granero de Europa durante el periodo de entre guerras. “Al principio, mirábamos la maquinaria como si fueran aviones; sin duda, nos animó a trabajar”, exclama Cosmin Popa, granjero rumano, con una admiración sublime hacia el holandés, quien ya ha comprado casi 200 hectáreas y ha alquilado más de 500 en la provincia de Buzau, al noreste del país.
Su caso no es único. Ya son miles de franceses, italianos, españoles e, incluso, argentinos y uruguayos que se han desplazado a Rumania para adquirir un trozo de los 15 millones de hectáreas de tierras cultivables. El Gobierno aumetna esta cifra a más de 20 millones, por lo que está negociando con Bruselas para aumentar la suma de dinero recibido por la ayuda de la Política de Agricultura Común (PAC).
Se está convirtiendo en el nuevo dorado de los agricultores en Europa y, poco a poco, será el primer exportador de trigo y maíz del continente; único problema: los trabajadores rumanos, reconoce Jansen, que asegura que tienen que conocer mejor las condiciones porque cambian mucho de uno a otro.
Foto: USER UPLOADED Rumania se colocó como segundo mayor productor de maíz y el cuarto de trigo de la Unión Europea en el 2011: el mejor año agrícola del país de los últimos cinco. Asimismo,