Mientras Moldavia se prepara para instalar puntos de control en la frontera con su provincia separatista, Rusia y Ucrania quieren acelerar las negociaciones para solucionar un conflicto que dura ya 20 años. Se trata de una situación que podría implicar a la UE en un pulso diplomático, publica Presseurop, que recoge una noticia del diario Nezavissimaïa Gazeta.
Al instalar a partir del 1 de mayo nuevos puestos de control a lo largo de su frontera con la región separatista de Transdniéster, Chisinau hace un llamamiento indirecto a la UE. Pero no contribuye a calmar la tensión sobre el río Dniester.
En mayo tendrá lugar en Odesa una nueva ronda de negociaciones sobre Transdniéster(con el formato 5+2: Rusia, Ucrania, OSCE, UE, Estados Unidos, Moldavia, Transdniéster). Ucrania, que preside actualmente la OSCE, tiene muchas expectativas sobre este encuentro. Leonid Kozhara, actual presidente de la OSCE y ministro de Exteriores de Ucrania, ya ha declarado que Kiev tenía la intención no sólo de acelerar las negociaciones, sino de concluirlas de aquí a finales de año.
El conflicto no hace sino agravarse. Moldavia está consolidando su frontera a lo largo del río Dniester, una frontera que según Chisinau tiene la intención de garantizar la seguridad de los mercados orientales de la Unión Europea. La población en una y otra orilla han sacado una primera conclusión: Moldavia va a ceder Transdniéster a Rusia o a Ucrania (según el contenido de los acuerdos) y se vuelca hacia la UE y Rumanía.
Provocación moldava
A partir del 1 de mayo se instalarán seis nuevos puestos de control aduanero y de inmigración a lo largo de la frontera entre Moldavia y Transdniéster. Los pasaportes de los ciudadanos procedentes de la república autoproclamada que no tengan nacionalidad moldava se escanearán y se registrarán. La ministra de Exteriores de Trans