Cerca de diez años después de su adhesión a la UE, persisten algunas prácticas dudosas en varios países del antiguo bloque comunista. Puesto que las presiones de Bruselas no parecen ser eficaces, el cambio tendrá que proceder de los Estados implicados, como opina un corresponsal en Varsovia.
El primer ministro checo Petr Necas, acabó dimitiendo. Presentó su dimisión el lunes [17 de junio] por la tarde, cinco días después de la revelación del mayor escándalo de corrupción en la historia reciente del país.
Como es evidente, Petr Necas hubiera preferido que las cosas sucedieran de un modo distinto. En los últimos días, había dado a entender que no se le podía reprochar nada y que se mantendría en su puesto, pasara lo que pasara.
Sin embargo, debería estar contento. Hace unas semanas, uno de sus antiguos homólogos, el primer ministro esloveno Janez Jansa, fue condenado por un tribunal de Liubliana a dos años de prisión. Se sospecha que aceptó un soborno por la adquisición de vehículos blindados finlandeses. Las similitudes son sorprendentes entre este asunto y el escándalo de corrupción de la República Checa. En este caso, los pedidos del ejército también suponían grandes sumas de dinero.
Iniciativas anticorrupción, por fin
No lejos de este país, la situación no es mejor. En Croacia, un país que en dos semanas se convertirá en miembro de la Unión Europea, el exprimer ministro Ivo Sanader, está en prisión a la espera de que se celebre el juicio. Puede ser condenado a diez años de prisión.
Los problemas a los que se enfrentan estos exprimeros ministros son al mismo tiempo una buena y una mala noticia. Es buena porque cerca de diez años después de la ampliación de la Unión Europea hacia el Este, por fin se ponen en marcha iniciativas para luchar contra la corrupción. Porque República Checa, Eslovenia y Croaci