Darío, de 22 años, llegó a Bélgica desde Brasil en 2005, siendo aun adolescente. "Al comienzo fue difícil. No hablar el idioma me impidió hacer ciertos trabajos, y también estaba el riesgo de enfermarme, porque no tenía ni tengo seguro de salud", relató. Afortunadamente, dijo Darío (nombre ficticio), la gran comunidad brasileña en Bruselas lo recibió con los brazos abiertos, cuenta Sabine Clappaert, de la agencia IPS, recogido por el medio de comunicación Elcomercio.com.
"Por supuesto que uno también sufre la explotación financiera y moral de ciertas personas que se aprovechan, pero yo no me quejo. La vida es una secuencia de experiencias buenas y malas; es parte del riesgo que asumo para mejorar mi vida", agregó.
La promesa de un futuro mejor es el principal motivo por el que decenas de niños y adolescentes llegan a Europa traídos por su familia y hasta solos, aunque no hay ninguna garantía de que lo que encuentren haga que haya valido la pena el viaje. Aunque se estima que en la Unión Europea (UE) hay entre 1,6 millones y 3,8 millones de inmigrantes indocumentados, no existen cifras confiables sobre qué porcentaje de ellos son niños y niñas. Es casi imposible hallar datos precisos dado que estos menores representan un grupo multifacético y diverso, según expertos.
La mayoría proceden de otros países europeos, como Hungría y Rumania, pero también una gran cantidad llega de Iraq, Pakistán, Afganistán y Nigeria. Muchos ingresan a la UE con sus familias o, en el caso de los adolescentes, de modo individual, mientras que están quienes nacieron de padres sin estatus legal en un país determinado. Los motivos para las migraciones también varían, e incluyen la reunificación familiar, la protección de persecuciones o mejores condiciones de vida, así como oportunidades educativas y económicas. Muchos de estos niños, principalmente de Hungrí