Parece mentira, pero todavía quedan buscadores de historias en el periodismo deportivo. Tipos que encuentran un hueco entre el catenaccio de la actualidad y se desmarcan con relatos que nos recuerdan de dónde viene el balompié para entender hacia dónde va, más allá del extenuante minuto y resultado diario de los medios. Escritores que le ponen pausa al periodismo. Si no existiera, a Toni Padilla (síganle en Twitter, no se arrepentirán: @Toni_Padilla; léan sus reportajes en la revista Panenka –@ProyectoPanenka– y en el ARA –@DiariARA–) habría que inventarlo. Al menos para que hubiese algún valiente en el mundo que se presentase voluntario para viajar hasta Bucarest a rescatar del olvido al hombre que clasificó a la selección de Rumanía para el Mundial de México 1970., explica un blog de cinemania.es.
Angelo Niculescu (Craiova, 1921), seleccionador rumano entre 1967 y 1972, es un nonagenario que sobrevive en un desvencijado apartamento de la capital de Rumanía entre recuerdos de fútbol como los que Padilla descubrió a sus lectores en el número 12 de la revista Panenka. Pero más allá de sus actuales apuros económicos, de toda una carrera como futbolista y técnico en el Dinamo de Bucarest, de ser un precursor del juego de toque frente al despliegue físico del fútbol del Este y del brillante papel de su equipo en aquel Mundial (después de una gran clasificación en el grupo de Portugal, Suiza y Grecia, en México ganaron a Checoslovaquia 2-1, y sólo perdieron con los campeones del Mundo, Inglaterra, 1-0; y con el Brasil de Pelé, 3-2), a Toni Padilla le llamó la atención una foto de una dama rodeada de los jugadores de un equipo de fútbol. “Era una mujer preciosa”, recuerda Niculescu. Era Sara Montiel.
El reciente fallecimiento de Saritísima, y el respeto por la carrera de una figura del cine (olvidada, casi como Niculescu) que llegó a coronar la cima