La historia de Raghid Jened, nacido en Siria, es una historia de éxito para la integración de los refugiados: médico, traductor certificado de árabe-ruso y apasionado del paracaidismo acrobático, no se ve viviendo en otra parte que no sea Moldavia, explica desastre.org.
Antes de ir a Moldavia para estudiar hace 13 años, Jened sabía muy poco sobre Moldavia. “Lo único que sabía es que es un país pequeño y seguro, donde la gente es amable, como en Siria”, dijo él. “Ahora, después de tanto tiempo viviendo aquí, puedo confirmar que es verdad”. Sus primeros días en Chisinau fueron difíciles, especialmente porque no conocía la lengua.
Al principio se arrepintió de su decisión de estudiar fuera de su país, pero pronto empezó a aprender ruso y un poco de rumano e hizo nuevos amigos moldavos que le hacían sentirse como en casa. “Soy afortunado de tener gente a mi alrededor que se preocupa por mí como lo hacen mis padres”, dijo Jened. Además, no solo considera Chisinau como su hogar porque le ha visto crecer, sino también porque ahora la conoce mejor que Homs, su ciudad natal en Siria.
El levantamiento sirio comenzó en abril de 2011, justo cuando Jened estaba terminando la carrera de medicina en la especialidad de otorrinolaringología en uno de los hospitales más destacados de Moldavia.
A medida que empeoraba el conflicto en el país, su ciudad natal, Homs, fue profundamente afectada. Sus padres todavía están allí haciendo lo que pueden por sobrevivir, dijo Jened, pero debido a los combates y a las bombas viven con unos amigos mientras su hermano está escondido.
Jened no ha podido hablar con sus padres en semanas, ya que las líneas telefónicas solo funcionan de forma intermitente. Espera poder ayudar de alguna forma a sus padres aunque de momento parece difícil evacuarlos, dijo Jened. Debido al conflicto que está azotando el p