“Endeudados toda la vida y sin ninguna esperanza”. De esta manera se lamentaba Corneliu, pensionista de 60 años, mientras dirigía lentamente su mirada hacia sus nietos gemelos, Matias y Alex, de nueve años, en una manifestación antigubernamental en la Piata Universitatii (Plaza de la Universidad), kilómetro cero de Bucarest, hace justo un año.
La movilización menos homogénea —con parados, estudiantes, revolucionarios e intelectuales— desde la caída del dictador Nicolae Ceausescu, precisamente en el mismo lugar donde se derrumbó el régimen, muestra la indignación por los bajos salarios, las irrisorias pensiones, el aumento de la tasa de circulación, la explotación de oro de las minas de Rosia Montana y, sobre todo, la doblegación ante las autoridades financieras, que están provocando estragos entre los rumanos.
Las protestas tomaron por sorpresa a la oposición Unión Social Liberal (USL), formada por la coalición entre el Partido Social Demócrata (PSD) y el Partido Nacional Liberal, que aún no ha logrado coordinarse. Mientras que los socialdemócratas solicitan una sesión parlamentaria para analizar sus causas, los liberales quieren sacar rédito político con más movilizaciones. Alrededor de 6.000 personas bloquearon este jueves por séptimo día consecutivo las principales arterias de la capital, que desembocan en la Piata Universitatii, para pedir la dimisión del Ejecutivo, al que consideran culpable de la grave situación de pobreza en la que se halla inmersa la población.
“Nos toca soportar la austeridad cuando los políticos se forran a costa nuestra”, se quejaba el jubilado, que también exige elecciones anticipadas y la dimisión del presidente rumano, Traian Basescu, a quien se le acusa del calamitoso nivel de vida, causado por las duras medidas de austeridad impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
A pocos metro