Los rumanos eligen a sus diputados y senadores el 9 de diciembre, tras un año marcado por una larga crisis política entre el presidente Traian Basescu y el primer ministro Victor Ponta. En este contexto, resulta difícil entablar un debate sobre el estado real de la sociedad. El experto Sorin Ionita explica en un artículo para Presseurop “Votar, sí, ¿pero por quién?
Creo que lo que está en juego en estas elecciones lo resumió perfectamente el primer ministro Victor Ponta [miembro de la Unión Social Liberal, de centro-izquierda], cuando, durante su gira por la Rumanía profunda, declaró que, si nos hubieran dicho que nos encontraríamos con la DNA [Dirección Nacional Anticorrupción] y la ANI [Agencia Nacional de Integridad], y no sólo con el dinero en nuestros bolsillos, probablemente nos habríamos pensado dos veces entrar en la UE. Esto me recuerda a una mujer que vi un día en un telediario en una cadena belga: había dado a luz a un bebé con síndrome de Down [también llamado trisonomía 21] y dijo que de haberlo sabido, habría tomado medidas para interrumpir el embarazo a tiempo ya que, según decía "la salud del niño es lo primero".
Dejando a un lado lo absurdo de la situación, creo que el primer ministro políticamente tiene razón: la adhesión a la UE ha sido muy beneficiosa para Rumanía y para cada rumano, incluso antes de ser efectiva. Pero la gente se ha acostumbrado a sus ventajas, que dan por sentadas y ni siquiera reparan en ellas. Ahora sólo se fijan en los golpes que reciben. Analicemos más de cerca los dos principales temas que parecen ocupar la mente del elector en esta campaña indolente y adulterada.
Los ingresos mensuales de los hogares, calculados en lei (la moneda nacional), fueron en 2012 un 73% superiores a los de 2006, el último año de crecimiento económico máximo antes de la adhesión (y de la crisis). En otras palabra