Ayer me reuní con los representantes de exteriores de una importante cámara de comercio española para diseñar un plan de potenciación de la exportación de los miembros de esa zona hacia Rumanía. El punto de partida es el ya comentado en otras entradas en este blog: la existencia de 20 millones de consumidores que llevan años con un nivel muy bajo de consumo por culpa de la crisis, y muchas ganas de poder volver a comprar, explica José Miguel Viñals en el blog Rumanía Empresarial.
Previo al inicio de la crisis Rumanía vivió un auge importante de la demanda interna. Según el estudio realizado al respecto por el Ministerio de Desarrollo Interior y Turismo en el segundo trimestre de 2006 (http://www.mie.ro/_documente/dialog_Ro_UE/Strategie%20Lisabona/anexa1.pdf) la demanda interna, con un crecimiento medio del 8,2% en el periodo 2001 -2005, fue el principal motor de crecimiento del país. Rumanía se preparaba entonces para su ingreso en la Unión Europea, y su economía vivía un espejismo motivado por el fácil acceso al crédito, crédito en euros o francos suizos, a bajos tipos.
En ese estudio se pronosticaba un crecimiento económico sostenido del 6% anual (año más año menos) hasta el 2010…. Y llegó la crisis.
Si hay algo que reconocerle a esta crisis es que ha hecho las cosas bien, bien difíciles. No se ha limitado a ser una crisis de esas pasajeras, de las que en dos trimestres no te acuerdas. No, esta se conjuró para ser recordada por siempre jamás.
Con ella llegó la devaluación del Leu (y de todas las monedas de países del Este), y los préstamos que antes se devolvían a 1 euro = 3,3 lei pasaron a devolverse, poco a poco a 4,5 lei. El país no ha sufrido de paro, todo lo contrario, pero todos los ingresos en lei de muchos hogares se tuvieron que dedicar a devolver préstamos en divisa, sin dejar nada para el consumo.
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