El periodista del diario catalán La Vanguardia, Xavier G. Luque, rememora la dolorosa derrota del Barcelona ante el Steaua en la final de la Copa de Europa, que se celebró en 1986 en Sevilla, la única victoria de un equipo rumano.
"El 7 de mayo de 1986 el portero Helmuth Duckadam se convirtió en un héroe en Rumanía. Gracias a su acierto bajo los palos en los lanzamientos desde el punto de penalti, el Steaua de Bucarest consumó una de las mayores sorpresas de la historia de la Copa de Europa y se proclamó campeón, en Sevilla, ante un FC Barcelona muy superior.
Duckadam detuvo todos los lanzamientos del Barça, cuatro, y llevó a su equipo al título, el único del fútbol de Rumanía en 57 ediciones. Tenía 27 años y estaba en la cima de su carrera. Pero unas semanas más tarde cayó enfermo, entre un cierto halo de misterio, y prácticamente nunca volvió a jugar. Ayer (martes), en un hospital de Bucarest, fue operado de un aneurisma y una insuficiencia arterial aguda en el brazo derecho, el mismo con el que detuvo los cuatro penaltis al Barça. No es la primera vez que pasa por el quirófano por esta dolencia, pero esta vez podía incluso perder el brazo.
Aquel caluroso 7 de mayo en Sevilla la euforia se desbordó antes de tiempo entre la afición azulgrana. Jugando en casa y contra un equipo semidesconocido todo el barcelonismo daba por hecha la victoria. Las vitrinas del Camp Nou preparaban el hueco para la primera Copa de Europa, la espina de Berna (1961) se arrancaría en Sevilla. No fue así.
Con el inglés Terry Venables en el banquillo, el Barça alineó en el Sánchez Pizjuán a Urruti, Gerardo, Migueli, Alexanko, Julio Alberto; Víctor, Schuster, Pedraza; Marcos, Archibald y Carrasco. Un bloque equilibrado y con garantías de éxito. Pero no hubo manera humana de perforar la portería de Duckadam.
Poco antes de llegar a la prórr