A las siete de la mañana del 21 de julio de 2010, el silencio se rompió en el cementerio civil de Ghencea, al oeste de Bucarest, cuando unos agentes de seguridad acordonaron la zona para exhumar los restos del dictador comunista Nicolae Ceausescu y de su esposa, Elena. El objetivo es aclarar si dos de los cadáveres allí enterrados el 30 de diciembre de 1989 corresponden en verdad al matrimonio.
Ceausescu se convirtió en presidente de Rumania en 1974, manteniendo una posición independiente respecto a Rusia. Fue el primer jefe de Estado de lo que se llamó "el bloque del Este" que tuvo tratos oficiales con la Comunidad Europea, mientras su policía política, la Securitate, impedía férreamente cualquier oposición y el dictador se entregaba a una política de urbanización e industrialización que incluyó el traslado entero de poblaciones rurales.
A mediados de diciembre de 1989 estalló una protesta popular en Timisoara en respuesta a un intento del Gobierno de expulsar de su casa al pastor luterano Laszlo Tokés, que por aquellas fechas había señalado al régimen de Ceausescu como promotor del odio racial. Ese incidente fue la chispa que originó una manifestación disuelta a tiros por el Ejército y la policía. Las revueltas se extendieron después a Bucarest, donde las fuerzas del Gobierno dispararon contra la población civil y provocaron más de un millar de muertes. El dictador y su esposa huyeron en helicóptero, aunque estuvieron controlados en todo momento por el general Víctor Atanasie Stanculescu, jefe del Ejército.
El 25 de diciembre, el matrimonio Ceausescu fue condenado a muerte por un tribunal militar, bajo la acusación de genocidio, enriquecimiento injustificable y uso de las Fuerzas Armadas en contra de civiles. Cuando era llevado al paredón, Ceaucescu gritó: "¡Viva la República Socialista de Rumania! ¡La historia me vengará!".
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