Una nueva generación de electores rumanos va a participar en las elecciones legislativas del 9 de diciembre. Pero ¿qué vía elegirán estos jóvenes que conocen mejor la parte oscura de la política actual que la herencia de las revueltas contra el régimen de Ceausescu? Se pregunta Alexandro Gussi en un artículo pubicado en Presseurop.eu.
El 25 aniversario del levantamiento de los obreros de Brasov [el 14 de noviembre de 1987, contra el régimen de Ceausescu, tras el cual fueron arrestados 300 manifestantes] ha pasado casi desapercibido, aunque dada la realidad social de la Rumanía actual, se le debería haber dado más importancia. Es cierto que se pueden encontrar varias explicaciones a esta falta de interés por uno de los momentos más importantes de nuestra historia reciente.
Pero me gustaría destacar hasta qué punto este olvido casi total revela la dirección que ha tomado la sociedad rumana. El 25 aniversario de un levantamiento obrero habría sido una buena ocasión para que actuaran los sindicatos. Pero éstos, una vez más, se mostraron indiferentes y dependientes de otros intereses que no fueran los de los "asalariados". Las autoridades de Bucarest también han hecho caso omiso del acontecimiento, en contraposición a su actitud de hace cinco años [en el 20 aniversario], o al interés repentino por la historia que demostraron al celebrar hace unas semanas el cumpleaños del rey Miguel, que festejó la impresionante edad de 91 años, aunque sigue siendo una cifra menos redonda.
Este contraste demuestra hasta qué punto este olvido es característico de la identidad de los que nos dirigen. La revuelta de 1987, mejor que una revolución de 1989 ahogada por los complots, se podría presentar a la joven generación como el símbolo de los levantamientos y las represiones características del régimen comunista. Y puesto que no se presenta así, podemos s